En días como hoy, me dan ganas de no usar zapatos. En días como hoy, me dan ganas de usar sandalias. En días como hoy, me dan ganas de estar en mi cama y no hacer nada. En días como hoy, me dan ganas de no trabajar...
En días como hoy, me dan ganas de... hacer otras cosas: escribir, ver series, escuchar música, salir a caminar, tomar jugo de naranja, estar con los amigos, jugar Guitar Hero, no tener preocupaciones...
Los días en los que esto me sucede tienen un nombre. Esos días se llaman Lunes.
Con el paso del tiempo, me he dado cuenta de que los Lunes son un mal universal pues no solo anuncian el inicio de una nueva semana, sino que también representan el final de ese corto periodo de descanso que inicia el viernes alrededor de las 5pm y termina el domingo a las 23:59 hrs.
El amanecer del Lunes siempre es el peor. Es cuando mas pesan las cobijas. El despertador resulta mucho mas molesto. Las horas son mas largas. El tráfico es peor y aun más insoportable los Lunes. Durante los Lunes, es típico que las personas se encuentren en un estado vegetativo ya que, seguramente, les hizo falta un par de horas más de sueño. Concentrarse se complica cuando el Lunes llega. Y es que lo peor de todo es que el Lunes llega sin previo aviso. Así nada más. A interrumpir lo que parecía ser un excelente fin de semana. Como cuando estas comiendo unos tacos al pastor de la calle: el primero estaba delicioso, y justo antes de comenzar a comer el segundo, después de ponerle limón y salsa, te percatas de que la carne de tu taco tiene un pequeño y molesto visitante... tiene un gusano.
Justo así son los Lunes. Peor que un balde de agua fría, pero mejores que Elba Esther Gordillo.
Uy! Que Miedo!