Monday, September 06, 2004

Tránsito

No cabe duda que los embotellamientos vehiculares son una parte fundamental del folklore de esta urbe de concreto. No solo ofrece la oportunidad de practicar nuestro vocabulario florido y demás albures con los demás conductores (sin contar con los innumerables mensajes que uno puede enviar a toda la comunidad con la ayuda del fabuloso 'claxon'), sino que también nos dá la posibilidad de transformar nuestro vehiculo en esa pequeña "burbuja" donde pasamos 'tiempo de calidad' con nosotros mismos: Sin dificultad nos perdemos en nuestros propios pensamientos, acompañados de la canción de nuestra preferencia, al mismo tiempo que esperamos que avance la marabunta de autos. Me parece que son pocos los habitantes de esta ciudad que no tienen, por lo menos, una buena historia acerca de los emotellamientos (y del tráfico en general) de esta selva de concreto.

Por ejemplo (a continuación me tomaré la libertad de utilizar el derecho que se me ha otorgado por medio de ésta página): Una de tántas ocasiones que llegué a rockear en esta ciudad con aReNiTaHzUl, nos topamos con un conductor que, por lo que pudimos deducir, adoraba dar gritos desgarradores en señal de frustración; sin importar que el mensaje fuera un tanto novedoso para la ocasión. El punto era pegar gritos que a cualquiera enchinarían la piel. Esta historia se desarrolla en las cercanías del Mercado de Tizapán, al regresar de otra aventura en territorio Puma.

Nos encontrabamos cerca de nuestro destino, en una calle angosta que desembocaba en una de las principales avenidas de la colonia, cuando nuestra valiente conductora, notó que para poder salir de aquella calle e incorporarnos a la avenida, debía hacer uso de sus habilidades para maniobrar a Betsabé de la mejor manera, y evitar lesiones a sus dos pasajeros. Sin embargo, en esos momentos, la vista la traicionó, causando que nuestro vehículo le cortara de manera violenta, el paso a otro que circulaba a grán velocidad por la avenida. El estruendoso rechinar de las llantas de aquel vehículo sólo logró que Betsabé se quedara inmovil; congelada por aquel espantoso sonido. Como pasajeros, nosotros solo observamos como los frenos de aquel auto evitaron que se impactara contra nosotros. Instantes después de este impresionante incidente, el conductor del Tsuru azul marino que quemó llantas en el pavimento, se emparejó de tal manera que su ventanilla estuviera justo a la del co-piloto de Betsabé. Como esa ventanilla ya estaba abierta, el señor del Tsuru se sirvió a bajar su ventanilla. Con una expresión digna de un Hamlet enfurecido, dejó que su aguardentosa voz gritara a todo pulmón el regaño correspondiente: "POOOOORRRRRQUEEEEEEEEEEE?!?!?!?!". Acto seguido, el conductor subió su ventanilla y continuó su recorrido. Perplejos por la ausencia de palabras alti-sonantes, los pasajeros de Betsabé llegamos a una conclusión: "¡Vaya! Que filosófico...".

Jamás reí tanto después de un cuasi-accidente...

1 comment:

+oRLy+ said...

Un poco a manera de complemento y otro poco por ocio...introducire mi defensa:

En efecto veníamos de CU, y también venía Betza con nosotros. Lo cierto es que no evitaba lastimar a mis amigables acompañantes de viaje. Como la mujer simple que soy, buscaba una manera agil de transportarme. No lo he dicho yo, es lo que se dice de mi "Dubirit maneja las micras a su favor". Tengo un buen expediente como conductora que me respalda. Ese día en verdad el JETTA AZUL exageró un poco. Betza no se quedo helada, simplemente por cortesia cortesiana y cartesiana consideró pertinente detener su cadencioso movimiento (ya saben como son las mujeres...impresionistas). Sobre el rechinido, no lo dudaría aunque no lo recuerdo. La verdad yo estaba realmente conmovida por la actitud de mis copilotos pues una en realidad penso que la línea de su vida llegaba hasta ahí (se compactó en el asiento delantero...piernas-manos-cuerpo la unidad)...de Amín no se mucho viajaba atras. Fue tan hilarante. Ja ¡que buen momento!.

Lo que le falta a este relato es el GRAN FINAL. Después de sobrevivir aun grandioso "¿por quéeeeee?" cuestion por demas filosofica para el sopor de la tarde, a lo que nos enfrentamos a posteriori fue mucho mejor. Un poco pasado el 'amargo' trago, nos introdujimos en la vialidad. ¿Cuál fue nuestra suerte? A nuestro lado estaba el Jetta, y yo sin poderme reir con mi singular holgura. Los cínicos de mis compañeros rieron a carcajadas mientras yo, cual conductora responsable me dedique a meditar sobre los motivos que orillan a un hombre a cuestionar mi manera de andar por la ciudad...

En definitiva...de las hisotiras de ciudad...mi favorita =)