Llegue a su destino en sólo Cinco minutos

"El Lunes ya se abre el distribuidor vial de Sta. Fé", me dijo Salvador con el entusiasmo que un niño de cinco años tiene cuando llegan el día de Reyes. "¿En serio?", le contesté estúpidamente sin poder creer que la obra ya había sido terminada. Consideraba que no había pasado tanto tiempo desde que se comenzó a construir, así que me pareció que lo terminaron bastante pronto. "El Lunes lo tomaré y te diré que tal", le comuniqué a Salvador a manera de locutor del informe vehicular. Fué entonces que recordé la promesa que el Peje (digo, "Jefe") de Gobierno hizo cuando se anunció este proyecto: "En cinco (5) minutos podrán llegar de Sta. Fé hasta San Jerónimo...". Así que decidí aventurarme por este nuevo camino para comprobar su eficacia. De ser cieta la promesa del Peje, entonces ahorraría muchísimo tiempo que después invertiría en dormir un poco mas en las mañanas. De habernos mentido, entonces tendría una razón más para tacharlo de imbécil... aunque ya más no se pudiera.

La mañana del Lunes, me levanté más temprano que de costumbre. De esta manera, tendría tiempo suficiente para corregir el rumbo en caso de que el distribuidor vial me dejara botado en algún lugar desconocido para mi automóvil. Mientras me dirigía hacia el distribuidor, mi imaginación no podía dejar de dibujar un enorme puente que desembocara en la glorieta de San Jerónimo. Claro, habiendo visto la primera generación de distribuidores viales en esta ciudad, cualquiera imaginaría que así sería esta nueva vialidad. Sin embargo, este no era el caso: El nuevo distribuidor era un camino a desnivel... hacia abajo... tipo los desniveles del Viaducto Miguel Alemán cuando cruza una avenida importante. Sin que esto aplastara mi sentido de la aventura, decidí continuar de la manera más cautelosa posible; uno núnca sabe cuando pueda encontrar incompleta la vialidad, desembocando en el vacío.

Tomé el distribuidor vial y lentamente pasaron los minutos. Fué como entrar en otra dimensión donde el tiempo se detenía. A pesar de esto, más de cinco minutos pasaron sin que el puente llegara a ningún lugar, así que comencé a pensar que tal vez mi imaginación no estaba tan equivocada al dibujar el final de este camino justo en San Jerónimo. A los diez minutos, ví que toda mi concepción acerca de esta nueva vialidad era totalmente erronea. No sólo no llegué en cinco minutos a mi destino, sino que hice veinte (20) minutos más de lo que hubiera hecho si hubiera tomado mi ruta cotidiana. La razón de este retraso fué el tráfico (TRÁFICO... a las 6:30... !!AM¡¡ ¿Es que en realidad esta ciudad se ha desquiciado a tal grado?). La circulación por Avenida Centenario, que es donde desemboca este corto puente, es LENTA. Están los típicos autos estacionados en ambos lados de la avenida en primera y segunda fila, y el lugar está repleto de autobuses y microbuses que recogen y dejan pasajeros en tercera fila; causando que la amplia avenida se reduzca a una pequeña calle con un solo carril. El sólo recordar el tedioso recorrido me pone de mal humor... Así que concluiré diciendo que no es NADA fácil recorrer el camino, ya que es muy sencillo perderse por los rumbos de Avenida Centenario. Además, este camino no desemboca en San Jerónimo, sino en Barranca del Muerto (o por lo menos esa fué la ruta que yo tomé, debido a la carencia de señalamientos a lo largo del recorrido). Si deciden utilizar esta vialidad, no cometan el mismo error que yo: Vean un mapa antes de perderse en Avenida 5 de Mayo (ni yo sé como llegué ahí).