Todos hemos escuchado alguna vez la expresión "cerrar con broche de oro". Esta expresión se utiliza para decir que de cualquier experiencia que podamos llegar a tener siempre hay que terminarla de buena manera (o de mejor manera). El hecho es que esta ocasión se refería a mis vacaciones.
Como marchaban las cosas, imaginé que en realidad iba a cerrar con broche de oro mi estancia en las playas de Vallarta. Mi organismo no recibió el comunicado o algo asi. Resulta que en el trayecto de regreso a casa, casi llegando a Queretaro, comencé a experimentar un malestar en el oido izquierdo, como si se encontrara aturdido por la presión o algo asi. La verdad es que no le di la menor importancia. Sin embargo, el malestar que sentía se fue incrementando con el paso del tiempo, hasta que llegó a tal grado que tuve que recurrir a los medicamentos para olvidar el dolor.
Aqui vale la pena hacer un parentesis para mencionar que a mi NO me gusta tomar medicinas, ya sea para un dolor de cabeza o un dolor de estomago, o la gripa, o una fiebre. No me gusta tomar medicinas para NADA. Así que el hecho de que esta vez las haya tomado debería decirles algo acerca de cuanto dolor estaba experimentando en esos momentos.
Pues bien, resulta que lo que tenía en el oido, no era presión acumulada a causa del viaje en carretera, ni cerilla obstrullendo de manera severa el canal auditivo, ni siquiera era que algún insecto estuviera anidando en mi oido izquierdo. ¡No! Fué algo mucho mas vergonzoso. La ultima vez que me metí a la alberca en el hotel de Puerto Vallarta, se me metió agua en el oido izquierdo y eso me ocasionó una infección en el canal auditivo. ¡Maldición! Eso no me sucede desde que estaba primaria.
Ha llegado la hora de ir por mas medicinas. Me siento como viejito de 80 años. Por eso no tomo medicinas...
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