Friday, July 16, 2004

El Ras y el Ejercicio

Algunos de ustedes conocen lo suficiente de mi, como para saber que hace mucho tiempo que no me paro en un gimnasio; que hace mucho tiempo no practico ningún deporte; que hace mucho tiempo que no hago nada parecido al ejercicio, por lo que mi condición es nula. Si a esto le agregamos que durante el ultimo año he sido pseudo-fumador, fumador pasivo, "fumador", ex-fumador y pseudo-ex-fumador, entonces sabrán que mi condición física se encuentra en números negativos. Si fuera a comenzar una nueva "rutina de vida" en la cual procurara hacer mas ejercicio, claramente mis pulmones, mi sistema cardiovascular, y mis piernas me traicionarían a la menor provocación. Por si todavía tenía dudas acerca de esto, hoy decidí comprobarlo.
 
Como ya mencioné anteriormente, este verano estoy pasando mucho tiempo con mis primos, lo cual también implica que pase tiempo en casa de alguna de mis tías. Desde hace tiempo, una de ellas contrató un entrenador personal que le da clases de kick-boxing a ella, a su esposo, y a mi primo. Y fué ella quien hoy me preguntó si quería tomar la clase con ellos "para ver si te gusta". La verdad es que, en el momento en el que contesté, olvidé mi estado de condición física nula, y de mis pulmones dañados. Así que de mi boca salió sólamente una palabra: "Sí". ¡Craso error! Cuando acepté la invitación a la "clase muestra", jamás imaginé la reverenda arrastrada que me daría el famoso instructor. Por alguna razón, nunca cruzó por mi mente que, al ser un deporte "rudo", exigiría mucho de mi físico.
 
Cuando llegó la hora de la "clase muestra", llegué tan fresco como una lechuga (ya saben: el que nada sabe, nada teme), y con una sonrisa en la cara pregunté: "¿Ya vamos a empezar?". Y cláro que empezariamos. Empezaríamos de la manera más brusca, abrupta, y difícil posible. "Corran alrededor del salón, y cuando dé la señal, se detienen y hacen diéz lagartíjas. ¡Comiéncen!". 'Pan comido' pensé al mismo tiempo que empezaba a correr alrededor del salón. Si Nelson Muntz hubiera estado presente, nos hubiera deleitado con su tan conocido "¡JA, JAAA!" en el momento de que notara lo equivocado que estaba (justo a los diéz minutos de comenzada la clase). Sin embargo, cuando se trata de sacar la casta en este tipo de eventos competitivos (a pesar de que sea una "clase muestra"), soy el último en tirar la toalla (mas por orgullo que por vocación). Así que fingí no encontrarme agotado ante los presentes, y me limité a seguir las instrucciones que el instructor daba, de la mejor manera posible, hechandole ganas, y pretendiendo ser una "máquina" al hacer ejercicio. Esta "máquina" terminó por desvielarse por completo a los 40 minutos de clase, al haber sido presa del mareo y dolor de "caballo", que atacaron su organismo de manera súbita. "Hasta ahí me quedo. ¡Gracias!", admití con un poco de pena.
 
Hoy en la mañana, justo al despertar, me dí cuenta de que si quería aceptar el reto de tomar clases de kick-boxing, tenía que hacer unos cambios en mi rutina diaria, para comenzar a adquirir un poco mas de condición física. Con este pensamiento volví a conciliar el sueño no sin antes emitir las siguientes palabras: "Ay, ¡que hueva!"

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